Thursday, April 16, 2009

El "Incipit " de La Alejiada


El primer enunciado del texto del Prefacio de La Alejiada ya da para un buen rato de reflexión...

El tiempo, en su flujo irresistible e incesante, arrastra con su corriente todas las cosas creadas, y las hunde hacia las profundidades de lo obscuro, sin importar si ellas no fueron dignas de ninguna mención, o de lo más notable e importante; y de tal modo es como
dice el trágico: "él trae, de la oscuridad, todas las cosas al nacimiento, y todas las cosas nacen por la noche envueltas ."

Imposible, por ahora, situar siquiera por aproximación los términos griegos puestos en juego por el manuscrito original. Se sabe que Ana Comnena tiene un marcado estilo ático, es decir, muy próximo a la escritura y vocabulario los tiempos antiguos, tanto los clásicos de Grecia como los de la Roma de los orígenes del cristianismo; luego entonces: el pensar que dirige el relato o la exposición es un fino producto de la lectura y la escritura de los escritores clásicos, desde Homero y Píndaro hasta Marco Aurelio. Una lectura propia del medio oral en que se escribe, donde no se lee necesariamente viendo el texto, sino mediante la lectura en voz alta de éste por otra persona, por ejemplo. De manera que su vocabulario y sintaxis deben estar muy lejos del habla y los usos de su tiempo en el Imperio de Oriente, son los usos y costumbres de la élite suprema. También entendemos que, por eso mismo, ella estudió filosofía y filología, además de teología, de manera que no usaría las palabras sin pensarlo mucho.

Mientras tanto, el arranque de su relato ya es "existencialista" en grado extremo...

El "tiempo", que todo lo hace posible, también todo lo devuelve al olvido. La fuera del tiempo es la nada absoluta, lo definitivo del número cero total. Y no hay camino de regreso, el tiempo avanza en una dirección, en un flujo intenso y permanente. Ello deja sospechar que el Dios de Ana Comnena no guardará memoria de todo lo ocurrrido, sólo de aquello por lo que la misma humanidad responda. La historia de la salvación será en síntesis una acción contra el olvido y la nada. Una rememoración. Por eso, según el modelo de Ana Comnena, la escritura de la historia actúa en contra del peso y el paso del tiempo.

Nos queda pensar que su idea del tiempo no es la del calendario y la cronología, no es el tiempo como ritmo y medida, no es el tiempo como geometría o escenario del teatro de la memoria. Ella habla de algo terrible como Saturno y Cronos, habla del tiempo como oscuridad y olvido, habla del flujo envolvente del tiempo como caos que fluye sin que nadie ni nada lo detenga o contenga. Aquello negro como el fondo de la noche contra lo que actúa la memoria humana, por medio de la escritura.

La tragedia citada es Áyax de Sófocles. Una obra donde el reconocimiento del peso y el paso del tiempo significa no estar en la locura. Pensar contra el tiempo es muestra de razón, saber guardar la memoria y poder recordar cosas que están más allá del aquí y ahora inmediatos.

Y lo que Ana Comnena elige recordar con la escritura es la vida y la obra imperial de su padre, Alejo I. Falogocéntrica, se reconoce por completo dentro del orden simbólico del patriarca, de manera que escribe la historia que su difunto esposo apenas pudo comenzar a redactar. Una historia excepcional. La del emperador de Bizancio como padre semejante al Padre de la Trinidad, es decir, como expresión mundana del símbolo sagrado de la paternidad divina. Y así sucesivamente. Ese inmenso juego de espejos que todo lo vuelve un círculo vicioso donde gobiernan, supremos, empíreos: el ego, el dinero y la herencia de la propiedad privada. Ya desde mucho antes de que estalle en el siglo XIX el capitalismo financiero que sólo parece haberlo inventado todo eso, ya que lo recibe cargado de fuerza de un pasado más profundo y revuelto.

Pero, si creemos al poema de Cavafis, este inicio retórico indica que ella, la autora y narradora, auténtica receptora de la "areté" de Alejo, sí sabe guardar la digna memoria de lo que su hermano, el legítimo emperador, según se deja entender, no sabe guardar como se debe, pues no faltará el momento donde se le califique de gente estúpida.

Todo ocurre, deja entender ella, como un servicio a la memoria de ese ser humano excepcional, el emperador Alejo I. Aunque ello le cueste refrendar el duelo interminable con sus lágrimas y desconsuelo por la muerte del padre. Pues todo lo que sea el orden correcto del universo debe ocurrir, según este esquema, de acuerdo al servicio, todo mundo es siervo de Dios, incluido el emperador. Pero, por eso mismo, todo mundo es siervo del emperador y eso vuelve al emperador el siervo de todo mundo, como Jesucristo. Y así sucesivamente. Hasta dejarnos pensar que ella se considera una metáfora de la divinidad suprema, una metáfora excepcional, por su modo de servir al Imperio, al emperador y a su padre; aunque cuando escribe se encuentra ya recluida en un convento, exiliada de la corte imperial y de Constantinopla por culpa de las oscuridades de la política y su falta de fortuna para controlarlas.

Ella escribe para reponer lo perdido por la suerte, para recuperar la condición real que merece, en todo el sentido de la palabra "real". Sobre todo en un orden simbólico donde parece que la realeza era un reflejo del don o aréte del poder de la soberanía imperial.

No comments: