Saturday, April 18, 2009

Ella La(s) Musa(s)


Triunfa, ahora, la imagen del poema de Constantino Cavafis, producto, a su vez, de la tradición interpretante más ortodoxa y herética al mismo tiempo, el sentido común. Así las cosas: la vida de Ana Comnena se frustró por no ser la emperatriz que quiso ser. Sólo eso fue su dolor, la congoja de su arrogancia, la angustia de su fracaso. Algo más terrible, para ella, que la viudez o la muerte del emperador, su padre. No haber sido la goberante que pudo ser, la emperatriz que quiso ser, la mujer que en algún momento, según parece, su padre educó para ello, para luego optar por la normalidad de transimitir y heredar el poder el imperio a su hijo de sexo masculino, Juan.

El modo como ella evita tratar ese tema dentro de La Alejiada gravita en dirección a esa idea, de que su mente estaba adolorida por ello. Es casi la única idea que Occidente tiene de ella, además de su desprecio por la mala educación de los cruzados.

Por lo que hemos podido estudiar ya sobre ella y su libro, hay más que eso para recordarla como una mujer apoderada. Alguien que se libró, como Sor Juana Inés de la Cruz, de muchos de los males de su época contra las personas del sexo femenino; aunque al final quedó rudamente envuelta en las trampas de la fe en el patriarca, porque quedó atrapada en la trampa de trampas que es el orden simbólico del patriarca (uno macho indual). Y todo eso.

Nos jalona mejor la idea de la mujer que estudia más que lo usual incluso para los varones de su tiempo y su mundo. Pues, por lo que deja leer La Alejiada, ella realmente estuvo formada en la alta erudición helénica de la corte de los comnenos, en un Siglo XII Bizantino donde se puede creer que lo clásico vivió un renacimiento trascente, ya que en ese momento la civilización que hoy llamamos bizantina parece haber vivido un largo período de equilibrio, justicia y equidad en la vida cotidiana, hasta en medio de mil y un guerras y conflictos políticos de regular violencia.

Y por ello su ejemplo nos ilumina el pensar y el actuar en medio de la noche del nihilismo. Pero ya en espera de la Aurora, como diría María Zambrano.

Porque así todo es recibir y emitir conjuntos de signos. Como los que nos hacen pensar en Ana Comnena como ejemplo práctico dentro de este curso.

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